El «ojo vago» o ambliope se produce porque, desde niño, un ojo no manda las señales visuales correctamente al cerebro, esto impide el correcto desarrollo de las células visuales cerebrales y consecuentemente una disminución de visión en dicho ojo. Este defecto tiene solución, si se detecta antes de los seis años.
La ambliopía se puede producir por una diferencia de graduación entre los dos ojos, a causa de una miopía o, más frecuentemente, una hipermetropía o un astigmatismo elevado, que hace que el cerebro favorezca el desarrollo de la visión en uno de ellos – el que ve mejor – y deje de trabajar con el otro, convirtiéndolo en ojo vago.
En otros casos es producida por un problema de estrabismo (desviación ocular), que provoca una visión doble, y hace que el cerebro acabe anulando la información del ojo desviado y sólo utilice la que aporta el ojo que funciona correctamente.
Otras veces el origen es un problema congénito que enturbia la visión, como una catarata o una córnea opaca. En estos casos es necesario practicar una intervención quirúrgica lo antes posible para evitar la pérdida de agudeza visual.