El ojo seco es una enfermedad multifactorial que afecta a la superficie ocular provocando diferentes síntomas que afectan a la calidad de vida del paciente: ardor o escozor, picazón, secreción, irritación excesiva con el viento o el humo, lagrimeo, sensación de arenilla y molestias durante el uso de lentes de contacto.
La lágrima protege la superficie ocular de agentes externos y la nutre para mantener las estructuras en perfecto estado. Cuando la producción de lágrima es insuficiente o de mala calidad, ya sea por un problema hormonal, dermatológico, farmacológico o derivado de alguna otra enfermedad padecida por el paciente, la córnea y la conjuntiva pueden verse afectadas.
El síndrome de ojo seco puede ocasionar múltiples alteraciones entre las que se encuentra alteraciones de la visión, erosiones corneales, úlceras, alteraciones en las glándulas de meibomio entre otras.
Una buena exploración clínica para determinar el origen de la patología es importante a la hora de establecer un tratamiento que disminuya la sintomatología del paciente.